Todo el mundo quiere generar atracción hacia su marca. Porque, cuando una marca se desea, se compra. Pero ¿y si esa atracción se convierte en cariño o, incluso, en amor? Una vez llegamos a este punto el cliente está tan prendado de la marca que no solo está abierto a recibir información sobre ella, sino que él mismo es el que la investiga y se interesa. Vamos a ver cómo dominar el arte de crear amor hacia la marca
En marketing solemos utilizar el término engagement que, traducido al castellano, significa compromiso, noviazgo incluso. En este caso, noviazgo con tu marca, en el sentido de construir una relación sólida, fuerte, recíproca y duradera basada en el cariño y el amor. ¿Cómo se alcanza el arte de crear amor hacia la marca ? Dando un paso más allá del mero hecho de llamar la atención, una vez tienes eso controlado, escucha a tu cliente, conversa con él y encuentra puntos de interés en común. Gracias a esta buena relación con tu cliente, no solo lograrás una primera venta sino generar repetición, fidelizarlo. Un buen ejemplo de el arte de crear amor hacia la marca son los equipos de fútbol: sus seguidores sienten más que simple afinidad hacia las camisetas, es casi devoción. A nivel de una marca comercial, se trata de ofrecerle al cliente información a la que pueda acceder cuando sienta curiosidad. Que se acerque, pregunte e investigue cuanto quiera y, posteriormente, tome una decisión.
En el momento en el que un cliente está interesado en una marca, lo que hace es tratar de encontrar información relacionada con ella. Es aquí donde tu empresa tiene que ofrecer información, antes incluso que intentar vender, para así crear esta relación de la que hablaba. Una vez tengas al usuario encandilado con tu marca, háblale de ventas, no antes. Un ejemplo de buen engagement lo encontramos en el caso de Coca cola, una marca tan poderosa que ha sabido ganarse el corazón de sus clientes, como se ha encargado de demostrar la ciencia, tal y como contamos en este artículo de hace unas semanas.
¿Para qué sirve el engagement? Para conectar con los clientes, mejorando la percepción que tienen de tu marca. Y gracias a esta conexión, crear un vínculo afectivo y emocional que les inste a comprar. La venta puede suceder o no, pero no es lo más importante en la primera toma de contacto. Preocúpate más por caerle bien a la persona que ha llegado a tu lado. Empatiza con ella. Si esto ocurre, te tendrá presente porque le has hecho sentir bien y en el futuro esto puede traducirse en un cliente.