Los «influencers» son los nuevos famosos. Son las celebrities de los medios, sobre todo de Instagram y YouTube. Hasta hace poco, las marcas enviaban su producto a actores y actrices, modelos y cantantes para que se les viera con él, de esta forma sus fans lo querían tener también y lo compraban. Pero los tiempos cambian y ahora las marcas no se limitan a enviar sus productos a los protagonistas de la televisión, van un paso más allá y cambian de plataforma.

Muchas de mis amigas coinciden conmigo cuando les digo que apenas veo la televisión. Cuando tenemos tiempo libre preferimos ver vídeos en YouTube y las marcas lo saben. Y es que los youtubers, que son también instagramers por antonomasia, cuentan con millones de seguidores que ven sus vídeos y se sienten reflejados con ellos. Estos seguidores se traducen en visualizaciones, lo que quiere decir que es una forma fácil de medir el impacto del vídeo sin necesidad de realizar estudios de audiencia.

El mecanismo funciona de la siguiente manera: una marca envía su producto a un influencer y si a este le gusta, lo enseña en sus vídeos o en sus fotos, es decir, lo publicita. Los productos son de lo más variados, yo he visto “colaboraciones” (como ellos llaman a este negocio en el que una marca les paga por enseñar algo) con firmas de maquillaje y ropa, pero también con restaurantes de sushi o academias de inglés.

Construye una marca auténtica y deja de pelear por el precio.

¿Cómo puedes adaptarlo a tu negocio? Tienes que buscar a un influencer que sea creíble, alguien que podría haber comprado tu producto por iniciativa propia, sin que tú se lo hayas regalado. Si yo veo en un vídeo una chaqueta que me gusta y la youtuber que la lleva dice que le encanta y además especifica dónde la ha comprado, probablemente me decida a comprarla antes que si la veo en un anuncio en la estación de metro. A la mayoría de estos influencers se les paga en especie. Otros, sin embargo se han ido profesionalizando y muchos de ellos viven de viajar y grabar sus aventuras en los países que visitan, como es el caso del mejicano “Alanxelmundo”. Además de lo que ingresan por las visualizaciones en YouTube, las marcas también les pagan.

Algunas veces, viendo lo que hacen algunas de estos nuevos famosos, me pregunto: ¿podría una marca crear su influencer? Desde luego sí. Desde luego tengo la sospecha de que, en algunos casos, ya está sucediendo. Claro que el truco está en que el público no se dé cuenta; se trata de que yo, como compradora, me encapriche de esa máscara de pestañas “sin querer”, porque he visto sus resultados en varias fotos de Instagram últimamente. Al final se trata de hacer publicidad sin que parezca publicidad.

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